La Mal-dicción del Lenguaje

La Mal-dicción del Lenguaje




Dentro de nuestra infinita capacidad de crear, está la de decretar. Nuestro verbo vibra en consonancia con la creación universal. Tenemos la maestría innata de materializar en nuestra realidad, todo aquello que creamos por el pensamiento, ya sea consciente o inconsciente, y por defecto, lo decretamos. "Menos-preciamos nuestras capacidades y comúnmente no tomamos en cuenta lo que decimos, ni como lo decimos". 


La manera en la que empleamos nuestro lenguaje pesará y mucho en el modo en cómo vamos a ir materializando nuestro día, como vamos a ir entrelazando esas situaciones a las que nos vamos a ir enfrentando. Quien se cruce en nuestro camino, qué consecuencias tendrán nuestros actos, qué compromisos contraemos y cómo todo esto se desenlaza. Podríamos ser totalmente conscientes de lo que decimos y como lo decimos para controlar y cuidar aquello que decretamos, nuestra palabra es práctica-mente un contrato que lanzamos al universo y poco a poco vamos a ir materializando.

El problema surge cuando hablamos inconscientemente y sin sentido, en el día a día, adoptamos formas del lenguaje de tipo coloquial que, por regla general, son inducidos por terceros de forma mediática, creando una des-virtuación constante en nuestro lenguaje y por consiguiente en nuestra capacidad creadora. No es casual la inclusión de “palabros” en nuestra forma de expresión cotidiana.

Hablar correctamente nos supone un esfuerzo sobrehumano, cuanto mas avanzamos en la sociedad de la información, más imposibilitados estamos para expresarnos correctamente, por norma se extiende un lenguaje con un peso altamente negativo, llenos de aumentativos, muy mal adjetivado y con sustantivos bastante peyorativos y ofensivos inclusive. Es muy común y está muy extendido que exista una connotación negativa ligada al género femenino, es muy común también, que se banalicen conceptos que están ligados a nuestro propio Ser y se ridiculice toda forma de expresión emocional, dándole un cariz inferior, siendo ligado a un síntoma de debilidad.

No voy a analizar frases concretas, porque en todos los sitios no se habla de igual forma a pesar de tener una lengua común, y se perdería el sentido, o no se entendería lo suficiente, baste decir que nuestra forma de hablar, sumará a lo que nos acontezca, no podemos culpar al destino o a la mala suerte, si finalmente estamos llamando a gritos inconscientemente “eso” que tanto daño nos hace. 

Mal-decimos y con ello nos auto-condenamos, nos sentenciamos premeditada-mente y aquello llega con toda la alevosía que caracterice nuestra capacidad creadora. No es casual que lo que podía ir mal, vaya a peor, es nuestra maestría intrínseca para atraer y materializar lo peor de ti. Tu pide y el universo toma nota y pasa la comanda, no esperes un plato de gourmet, si de tu boca no salió más que mierda. Esto así peyorativa-mente descrito, es como a la práctica utilizamos nuestra lengua para dictar aquello que no deseamos, pero que si decretamos.

El ser humano en su avance incansable hacia el progreso, se fue dejando lo mejor de si en el camino. Avanzo en tecnología, avanzo en la industria, avanzo en conocimientos, pero perdió los modos, perdió la educación y perdió su lengua. Siglo tras siglo, hemos manoseado y despreciado los buenos modos, la forma correcta de expresión y la forma correcta de dicción, convirtiendo esta mal-dicción en una auténtica maldición. Desde nuestro origen hasta hoy, el idioma ha ido mutando, transformándose poco a poco en una herramienta que actualmente nos incomunica. 

Hemos reducido tanto nuestro lenguaje, que cargamos sobre nuestra mente una nube perpetua de confusión. Mal-interpretamos constantemente porque mal-decimos constantemente, hemos reducido tanto nuestro catálogo de expresión, que para comprender adecuada-mente un texto, en el que se incluyan, ciertas palabras que normalmente no usamos, debemos releer, lo que nos supone un sobre esfuerzo, y finalmente preferimos quedarnos con la concepción errónea y mal-interpretada, que realizar un ejercicio de comprensión lectora.

Deberíamos pasar por un proceso de re-aprendizaje para pulir nuestro lenguaje y descargar el peso negativo que posee, no caer en las modas que introducen palabras y modos que lo desvirtúan aún mas, esto no puede ser tomado como algo gracioso y sin peso, no podemos relajar nuestra lengua y permitir que controlen nuestra capacidad de crear. Tenemos el poder creador y lo usamos en nuestra contra, echamos piedras sobre nuestro tejado de forma casi deportiva, agudizando más y más nuestra puntería, para acertarnos allí donde mas nos duele. 

La muerte, el dolor, la pena, son toques habituales introducidos en nuestro lenguaje, descripciones precisas, que hoy son mera formúla de coloquio intrascendente, mañana son sentencia firme esperando ser ejecutada. La expresiones mediatizadas escogidas e inducidas, general-mente a través del humor, son la formula infalible de potenciar y alimentar la mal-dicción. La sorna, la parodia y la imitación estúpida, conforman el caldo de cultivo perfecto para crear un ignorante malhablado, un siervo que trabajara para el sistema y ayudara a aquellos que tienen el látigo en sus manos.


Decretar de forma correcta

Existe un modo correcto para crear y decretar aquello que posteriormente se va a materializar en nuestra realidad. El incorrecto es el que usamos habitualmente, hablar con inconsciencia, con incontinencia y con irresponsabilidad, genera desorden y atrae el caos, lo que se traduce en todo aquello que inunda la sociedad (suciedad) que vivimos. Debemos tener en cuenta como empleamos la palabra y como hacer sonar nuestros pensamientos de forma que lo que decretemos se materialice de forma correcta. Esto es útil hacerlo antes de un evento que sea vital para nosotros, un momento trascendental en nuestras vidas, también para la realidad cotidiana, el trabajo, los estudios, etc.

Crear y decretar de forma correcta no elimina el esfuerzo, si solo decretas, pero no actúas, esa orden no tomara forma, no puedes crear y decretar un final positivo para un evento y no hacer nada para que ese evento se desenlace a tu favor, al final sin una activación de la voluntad, no hay recompensa.

Lo primero es conocer mínimamente las pautas para hacerlo de forma correcta, esto no es un método, ni siquiera un ritual y cada uno lo puede adaptar a su modo y a sus formas, simplemente teniendo en cuenta ciertas pautas que nos da el lenguaje para no caer en defectos de forma. El lenguaje común que usamos esta codificado de forma negativa, así que al principio nos costara encontrar la palabra adecuada que de a la frase una connotación positiva. Cuanto más conozcas tú lengua materna, más fácil será encontrar los términos que se adecuen a lo que necesitas, si tu vocabulario es escueto es probable que caigas en la terminología negativa que es la mas empleada, todo tiene sinónimos busca aquellos que le otorguen un mejor sentido, prueba tus propias formulas.

Es vital ser concreto y directo, cuanto mas largo y complejo sea el decreto más difícil que este se materialice. Podemos ir probando, modificando y corrigiendo hasta dar con las frases que mejor se adecuen a ti y a tus circunstancias. Decretar y probar su eficacia, quizá te lleve un tiempo encontrar la combinación correcta, pero una vez des con ellas, todo será coser y cantar.

Primero tenemos que tener en cuenta que las palabras Si y NO son neutras, ósea su peso es igual a cero (Si=0 / NO=0) por lo tanto es mejor no usarlas ya que no le dará peso a nuestra intención y no cambiara el sentido a la frase, por mucho énfasis que pongamos en ellos. Tampoco podemos incluir palabras que impliquen algún tipo de negatividad, por ejemplo QUIERO implica posesión, es una orden egoísta, que implica propiedad, por lo tanto es negativa. Esta la podremos sustituir por DESEO que deja abierta la posibilidad de merecer, aquello que deseas atraer. 

Debemos evitar darle un cariz materialista, egoísta o malévolo para con otros, quizá sobre este matiz, pero la ética y la moral nunca sobra. Por ejemplo, debemos evitar los términos abiertos o ambiguos como TRABAJO ya que todo es trabajo, y es probable que no consigas nada, si lo sustituimos por EMPLEO estarás concretando y dejando claro que es una función remunerada. También es posible variar el tiempo verbal para dar mas sentido, no es lo mismo DESEO AMOR (implica recibir) que DESEO AMAR (implica dar), con AMAR estamos abriéndonos a la posibilidad de que alguien quiera recibir esa energía que tenemos acumulada y dispuesta a ser regalada. Si buscamos AMOR para cubrir una carencia esto lo que hará es que aumente por simple egoísmo, pero si lo que deseas es AMAR implica que ofrecerás cubrir la carencia de otro y por defecto tapar la tuya propia.

En el caso del DINERO debemos evitar este término ya que en la conciencia colectiva se le da un carácter negativo y a la vez es un término pasivo, no acarrea acción, así que lo sustituiremos por BENEFICIOS, esto implica una acción o actividad previa y con ello vamos a propiciar que se materialice el resultado que deseamos. También podemos añadir términos que impliquen cantidad como SUMAR o MULTIPLICAR, esto aplicado a un negocio por ejemplo, seria… DESEO MULTIPLICAR CLIENTES, con lo que estas añadiendo una dinámica activa, a lo que ya tienes.

A partir de aquí, debéis empezar a ser creativos y diseñar los decretos que queráis que le den un pequeño empujón a vuestros proyectos o materializar el resultado para el cual ya estáis desempeñando una función o un esfuerzo. Esto no funciona si mantenemos una actitud pasiva, si incluimos términos negativos tendremos resultados negativos. Se puede empezar a decretar días antes de un evento, teniendo este siempre en mente, para que nuestra orden quede ligada a el. Esto no es la “Purga de Benito” ya que requiere que crees la posibilidad de éxito, si en algún momento dudas de su éxito, esto no servirá para nada, por mucho que lo grites a los cuatro vientos. Por supuesto no auto boicotearos, no sirve de nada realizar este ejercicio y posteriormente volver a una actitud pesimista y negativa, ya que tampoco será efectivo entonces.

Decir varias veces nuestra frase, para que quede bien impresa nuestra orden, que esta sea mínima-mente audible, para que exista resonancia (no hace falta gritar) y creerlo posible. No hace falta mas, si probamos y vamos refinando este ejercicio, lograremos crear, decretar y materializar a nuestro antojo, beneficiándonos por fin de nuestro propio poder, trabajar para nosotros o para quienes nosotros queramos. Hasta ahora estabas creando y decretando para terceros, ahora si le dedicas tiempo, podrás trabajar y decretar para ti y los tuyos.


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