Kay Zen, La Colina - "La Experiencia que cambió mi Vida"
Gracias a todos. Intentaré exponer lo que fue personalmente más relevante. Hay muchas cosas que no las pongo para no hacerlo más largo de lo que ya es. Gracias.
Por si os resulta más cómodo podéis escucharlo en YouTube
Bueno, es complicado expresar una experiencia así con palabras. Comenzaré por el principio, hace ya casi un año.
Estaba en la terraza de casa, mirando las estrellas, pensando, ¿Qué puedo hacer con mi vida?, ¿Cómo puedo ir allí donde quiero llegar?, me gusta ayudar a la gente, siento un gran amor cuando soy útil para alguien, me gustaría trabajar en algo para ayudar a las personas.
¿Vida?. No sé si me escuchas, ni si quiera, si esto puede valer de algo. Pero, por favor, ¿puedes ayudarme?. No quiero que me des trabajo, o que me caiga dinero del cielo. Solo dame una oportunidad, donde pueda desarrollar lo que llevo dentro. Gracias vida, me voy a dormir, buenas noches, te amo.
A la mañana siguiente aquello que pedí parecía olvidado ya. Realice la rutina normalmente, hasta que...
- Hijo, buenos días, ¿qué tal has dormido?.
- Bien Mamá, ¿ y tú?.
- Muy bien. Escucha, he estado mirando por internet y... ¿Conoces la terapia transpersonal?.
- Hmmm, no, envíamela a facebook y lo leo.
Cuál fue la sorpresa cuando al empezar a leer, cada palabra, cada frase, eran como gotas de lluvia acariciándome la cara, ¿sería esta la oportunidad que pedí?, ¿realmente, la vida, me ayudó?.
Ese día estuve muy callado, me preguntaba tantas cosas... Mi corazón me decía, adelante chaval, esto es lo que querías. Pero mi mente decía, pero tío... el carnet de conducir... no hay dinero para las dos cosas. Tienes 20 años, ya es hora de que tengas el carnet.
Tras dos o tres días, me decidí. Quería estudiar Terapeuta Transpersonal, y ser acompañante del alma. Así que fui a por ello, fluyendo con la vida, siempre teniendo presente una posición de gratitud hacia esta oportunidad, y hacia la vida en general.
Como dije, empecé a estudiar transpersonal por que quería ayudar a las personas. Algo que no me sonaba muy claro aun sintiéndolo. Me rondaba la frase que oí una vez, ''Si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiar tu mismo''.
Al empezar, semana tras semana, tema tras tema, me iba dando cuenta de que esto no se estudiaba, que lo transpersonal se experimentaba y se sentía. Gracias al terapeuta que me acompaña me fui re-descubriendo, y fui rompiendo esa fortaleza que había formado, con las cosas que yo creía saber. Aprender a des-aprender, gran lección.
Al poco de fijarme en los temas me pregunté. ¿Cómo puedo ayudar a las personas, si todo lo que leemos es para nosotros mismos?. Y ahí, con unas palabras del terapeuta, junto con alguna que otra reflexión personal, entendí, y resonó en todo mi ser. ''Si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiar tu mismo''.
Comprendí que el ser humano es ayudador por naturaleza, pero es el "cuándo", el gran aprendizaje. Si ayudamos a alguien sin dejar que la persona se equivoque, nunca aprenderá, y encima estaremos rompiendo su proceso natural de aprendizaje y des-aprendizaje.
Una vez me enseñaron, no le des el pescado, enséñale a pescar. Otro día, me dijeron, dale la herramienta, dale la caña de pescar para que el también pueda hacerlo. Y un día comprendí:
'' No le enseñes a pescar, a no ser que te lo pida. No le des la caña, a no ser que te lo pida. Tu pesca, sé un ejemplo, un espejo, donde él, pueda inspirarse. Así, a lo mejor, inventa una nueva forma de pescar, con un nuevo tipo de caña, y luego seremos nosotros los que le digamos, ¿Nos enseñas?.''
Cada persona tiene su momento, y sobre todo su proceso. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros. Pero respetemos a nuestros hermanos, solo ellos saben cuando están preparados para desinflar el EGO y pedir ayuda.
Se podría decir que esta fue la reflexión más profunda que sentí durante el primer periodo de curso.
Nervioso, asustado, impaciente, feliz... Todo esto lo provocaba una palabra en la entrada a Kay Zen. Atención.
Cuando entré me sentía pequeño, era como entrar en otro mundo. Allí, me encontré con gente, caras, olores, sensaciones, miradas, incomodidades. Tenía mucha vergüenza...
Uno de los terapeutas que nos iban a acompañar, Begoña, me saludó y me recibió con dos besos y un abrazo. Y me dijo que tenía que elegir entre unas cartas, la cuál llevaría el nombre de la habitación, y un mensaje para los cinco días de Kay Zen.
La carta que salió fue Gratitud, y la frase la entendí el último día en Kay zen.
Al poco de entrar a la habitación, entró el compañero con quién iba a convivir. Se llama Ernesto, el cuál con su mirada, al darnos la mano me transmitió serenidad, confianza y sabiduría.
Al juntarnos todos, sentí muchas cosas, pero la vergüenza seguía predominando. Observaba las caras y los ojos de los compañeros. ¿Qué les habrá traído aquí?. Había tantas esencias diferentes... Yo, era el callado. De hecho, después de esa primera clase, me dijo una compañera: "esperaba que ibas a hablar más Héctor". Y la vergüenza volvió a abrazarme.
El primer día me sentí en soledad, pero no una soledad triste. Sino una soledad tranquila y serena.
A la noche, tocaron el gong a las 23:00. Lo que iniciaba un silencio de observación. El cuál, se disipó con las palabras de Ernesto, mi compañero, en el inicio de una conversación que me enseñaría muchas cosas. Cada palabra, pensamiento o reflexión que sabíamos o aprendíamos en ese instante era expresada, y captada por el otro de una forma suave y comprensiva. Las palabras que intercambiábamos eran como piezas de un mismo puzzle que los dos intentábamos componer. Gracias Ernesto!.
Era el primer día y ya había roto el silencio de observación que se propuso. Más tarde me di cuenta de que ningún día lo cumplí.
El segundo día empezó con una meditación. En casa me costaba mucho encontrar un silencio para meditar. Pero ese día, aprendí que el buscador, es lo buscado. Había silencio, pero me concentraba en la respiración, en el latir del corazón, incluso en la propia atención. Poner la atención en la atención, un gran aprendizaje que obtuve en una gran y rica conversación.
Luego tocaba ir clase, y hablar un poco de nuestra vida. Era la primera toma de contacto entre los compañeros.
Lo primero que observé fue a los profesores, a los terapeutas...
Valeria...Vi a una mujer normal, con una gran sonrisa y una mirada infinita. Más allá, sentí un alma con muchas ganas de aprender y de enseñar.
Laure... Bueno, la verdad que cuando lo vi, tan serio, sereno, profesional. Me tenía intrigado. Más tarde, descubrí un gran alma, con una comprensión infinita.
Begoña... Begoña me encantó desde el primer momento, la forma de relacionarse eran tan cercana, que me hacía sentirme a gusto. Aun que más tarde fue conocida como termineitor, sentí un cariño poderoso e inmenso.
Los compañeros.... que puedo decir con palabras que alcance tal estado de amor. Todos teníamos algo, éramos trozos de una misma tarta.
Mientras escuchaba las biografías de los compañeros, sentí de nuevo ese ayudador. Tantas cosas les diría, se me pasaban muchas cosas por la cabeza en el deseo de ayudar. Ahí me acordé de cómo había reflexionado en cuanto a ayudar, así que, mantuve mi posición de observación durante todo el retiro, no hablaría a no ser que la situación lo pidiera. Supuse que así, no interrumpiría el proceso de cada persona.
Esto me produjo una profunda enseñanza. El poder de la observación. Gracias a esto, vi y sentí cosas, que añadirlas a este texto sería hacerlo demasiado largo. Pero despertó capacidades en mi que no habría descubierto de no ser por el silencio de observación que mantuve.
Cerca a la llegada de la cena, tuve un intercambio de pensamientos y emociones con una compañera. Al terminar, me dio un abrazo explicando que le apetecía. No encuentro palabras, para expresar lo que sentí. No sentía que abrazaba a esta persona, si no que físicamente sentí a otra persona completamente diferente. Y el abrazo, era como abrazarle el alma. Sentí una conexión mas allá de lo terrenal con esta persona. Esto me mantuvo reflexivo varios días.
El siguiente día, un viernes, se puede resumir diciendo. "He muerto holísticamente, y he vuelto a Renacer". Hoy se que soy Héctor. Pero también sé que soy, y que soy consciente de que soy.
Vino un terapeuta a vernos, el cuál nos dejó unas palabras que cambiarían totalmente mi forma de sentir a los demás seres humanos y el mundo en general.
''De mi alma, a tu Alma''
Esto me hizo transmutar mi visión, ya no de persona a persona, ni de paciente a terapeuta, ni si quiera de persona a planta o animal. Simplemente, de Alma, a Alma. Esta frase me enseñó a sentir el Amor Incondicional.
Con esta gran reflexión, íbamos a experimentar posicionarnos como terapeuta y como paciente.
Nada más saberlo, sentí inseguridad, ¿Sabría elegir las preguntas en el momento adecuado?, ¿Y cómo paciente, sabría expresarme bien?.
A lo que respondí con una respiración, y con una confianza plena en que pasará lo que tenga que pasar. Todo aprendizaje es bien venido.
Casualmente, cuando estuve de terapeuta, obtuve lo que necesitaba, una persona que quería hablar, desahogarse, donde yo podía observar tranquilamente, tanto a la persona como a mí mismo.
Bueno, esto se merece unas cuantas palabras. Nos reunimos todos para poder pasar de terapeutas a pacientes y viceversa. Al sentarnos, delante de mi, estaba mi compañero Ernesto, nos miramos, y nos guiñamos un ojo. En ese momento, me dijo con señales que nos iba a tocar juntos.
Os podéis imaginar mi cara cuando, efectivamente, nos tocó juntos. Si que pasó algo, los dos lo sentimos, y él se escuchó y me lo transmitió, y doy gracias por ello, pero me dejó anonadado.
Al igual que de terapeuta, de paciente era lo que necesitaba. Un terapeuta que te saque las cosas cuando ni tú sabes cómo expresarlo. La experiencia con Ernesto me movió muchas cosas. De hecho, a lo mejor hoy no estaba escribiendo esto si no fuese por aquella experiencia.
Por la noche, "comencé a morir", "comencé a Nacer". Hicimos una terapia de bailar con los ojos vendados. Yo nunca había bailado, y encima con la gran vergüenza que tenía. Pero bueno, como era con los ojos vendados, me lancé.
Fue una experiencia inolvidable, sonidos, olores, sensaciones, tacto, la respiración, el sudor, complicidad, compenetración...más tarde, locura, desenfreno, valentía.
De repente, nos quitaron los antifaces, y miré a todo el mundo, por un momento no sabía qué hacer, hasta que Loli, vino bailando, me abrazó y desperté. Empecé a bailar, no importaba nada, me sentía libre, me sentía vivo. Si que sentía aún vergüenza, pero no me bloqueaba, de hecho me ayudaba a estar consciente de lo que hacía en todo momento en atención plena.
Aquí comprendí una frase que oí hace tiempo:
Era el penúltimo día, ya casi habíamos acabado, con todo lo que había experimentado y aprendido, que más podría haber...
Respiración Holoscópica
Relato la experiencia, la mano escribe, el corazón dicta, la mente observa.
Todo comenzó con una meditación inicial. Tras unos minutos, nos tumbamos, nos relajamos y empezamos a respirar conscientemente.
Poco a poco, cada respiración se hacía más y más profunda, más y más acelerada.
Al hinchar los pulmones empecé a sentir algo.
Empezó en la nuca, continuó por el cuello, hasta que me abrazó toda la cabeza, manos, abdomen y piernas. Era una sensación física muy angustiosa y desagradable. Eran como miles de agujas presionándome la piel sin llegar a clavarse.
Ante esta sensación, intenté moverme, pero era muy difícil, cada vez que me movía era como si las agujas se clavasen, me hacían daño físico, ni siquiera podía gesticular con la cara.
Me sentía impotente, completamente ahogado, me sentí vulnerable. Me puse muy nervioso y empecé a llorar desesperado.
Pero en ese momento, un sensación llego a mi ser.
Todo esto, todo lo que sentía, la impotencia, la vulnerabilidad, la presión exterior....¿es esto el inconsciente?.
De repente, sentí muchas ganas de llorar, pero esta vez no eran de angustia, si no de una especie de alegría.
¿Sería así el inconsciente?¿Realmente se sentiría atacado por el exterior?
En ese instante, Laure, uno de los terapeutas que nos acompañaba me dijo en un tono suave, sereno y tranquilo: ''Poco a poco ya puedes volver a respirar normal''
Reconocía la voz de Laure, pero no sentía la voz en el exterior, sentí que era el propio inconsciente quién me estaba hablando.
Sin tener control alguno sobre mi cara o mis muecas, empecé a sonreír. Una suave y sincera sonrisa.
Poco a poco fuimos saliendo del trance. Sentía la respiración infinita.
Cuando intenté levantarme no pude, sentía un pesar en el cuerpo tremendo, tuve que intentarlo varias veces hasta recuperar la presencia física.
La primera bocanada de aire fue algo verdaderamente puro, era como no respirar nada. Me sentía respirando en lo alto de una montaña.
El corazón latía lento, pero cada latido era único. Nunca lo había sentido así. Era calentito, sereno, profundo.... Era como sentir "el Corazón, del Corazón".
Después de la cena, llegaría otra de las conversaciones más ricas de mi vida. Estuvimos horas hablando, Gemma, Loli y yo. Gracias, porque aprendí mucho, y descubrí muchas cosas. Si pudiese definir en un palabra lo que significó, lo llamaría, Transcendencia.
Era la última noche, nos acostamos a las tres de la madrugada, y a las cinco me desperté.
Al día siguiente, por la mañana, hicimos la Danza del Corazón. Donde aprendí lo maravilloso de recibir. Cada vez que recibía, sentía cada palabra, cada abrazo, cada mirada, cada lágrima, cada momento con todos los compañeros.
A partir de aquí, mi lógica me dice que como había dormido dos horas, todas las energías que tenía las consumí en la danza, por lo que mi mente, se durmió.
De repente, empecé a sentir todo de diferente manera, cosas que nunca les había prestado atención, de repente, eran parte de mi.
Telas de araña brillando con el sol de la mañana, una hormiga en el estanque de agua, el aire frío llenándome los pulmones.
Era una sensación totalmente nueva, como estar en una nube. Cerré los ojos, y entonces, empecé a Ver.
Más tarde, en la última clase, tuvimos una pequeña meditación.
Empezamos con la atención en la respiración.
Seguimos, llevándola al corazón.
Y luego, en la propia atención. Algo que no era la primera vez y no me costó mucho.
De repente, sentí como si me absorbía en mi propio corazón, y me situé detrás del corazón. Me coloqué como "observador del corazón", y a su vez, de la atención.
En ese instante, morí. Perdí totalmente mi cuerpo, y se me calló la cabeza hacia atrás sin poder hacer nada. En ese momento me asusté y sentí lo mismo a la inversa, como volviendo al cuerpo.
Preguntas
¿Qué técnica resonó más en ti?
La Danza del Corazón. Gracias a esta técnica aprendí lo bonito de dar y recibir.
La meditación con los espejos. A parte de ver caras y cosas muy extrañas, vi el ojo de Ra, algo que me dejó perplejo.
¿Qué comprensión te llevas?
Me he comprendido como Héctor. Y me he comprendido como Ser.
¿Qué te llevas?
Entré a Kay Zen como un personaje llamado Héctor, donde conocí a otros personajes.
Hoy salgo como un Alma alumna de la vida. Y conocí a otras Almas puras y llenas de Amor infinito.
¿Que vas a dar ahora?
Ofrezco todo lo que tengo y todo lo que soy, pero como ya sabéis lo que siento de ayudar y nada es por casualidad. Llegó a mi esta frase:
''Nunca trates de enseñar a un cerdo a cantar.
Perderás tu tiempo y fastidiarás al cerdo''
Si tuviese que definir el texto diría:
Atención -Respirar - Atención - Transmutar - Atención - Transcender.
Como final solo puedo añadir Gracias. Gracias a los terapeutas, a los compañeros, a todos los que forman la escuela de desarrollo transpersonal. Porque cada uno de vosotros, forma parte de esa oportunidad que un día pedí. Gracias a todos, de mi Alma, a tu Alma.
Si quieres colaborar para que el blog siga mejorando,
o sencillamente por gratitud de los contenidos que ofrecemos,
puedes hacernos un regalo a través de paypal,
cualquier cantidad es bienvenida, muchas gracias.
Bello todo, gracias por compartir!
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo Karyna, te envío un fuerte abrazo!
Eliminarun grandisimo relato lleno de amor y de una gran belleza, gracias por compartir tu experiencia con nosotros los lectores :)
ResponderEliminarGracias ^^
Eliminar