5 FORMAS DE SANAR LA CULPABILIDAD
La culpabilidad es una sensación que todos hemos conocido en algún momento, bien porque culpábamos a alguien o bien porque nosotros nos sentíamos culpables. Para poder sanar la culpabilidad es necesario comprender su naturaleza y cómo actúa en nosotros. Somos robots que reaccionan a través de programaciones inconscientes y la culpa es una de esas programaciones. En realidad la culpa no es de nadie, porque no existe.
La culpa la definimos como un sentimiento, pero no es un sentimiento, es un pensamiento. Es una interpretación que tengo que crear yo. Es la idea de que algo está mal hecho y por lo tanto merece castigo. La culpa es un miedo oculto que no queremos ver. Cuando culpamos a alguien nos quitamos la responsabilidad de tener que asumir ese miedo. Es como decir, ¡Oye, tengo un miedo, quitármelo! El problema es que responsabilizamos a la otra persona de nuestro miedo, por lo tanto, le estamos dando un poder de forma totalmente inconsciente. Ahora esa persona tiene el poder de destruirnos y también de hacernos felices. Que paradoja, ¿verdad? Es a la vez mi culpable y mi salvador. Nuestra mente hace algo así: siento algo que me da miedo asumir y necesito evitarlo, por lo que voy a culpar a alguien del miedo que tengo. Incluso me cuento una historia argumentada para creérmelo. (Aquí ya dependo totalmente de la otra persona) Hasta que ocurren 2 posibilidades:
La primera (que es la que deseamos que ocurra) sería que la persona se sienta culpable y pida perdón, en lo cuál necesitas no perdonarle, porque si le perdonas recuperas tu responsabilidad y por lo tanto, el miedo vuelve a ser tuyo y no del otro. Así que evitarás perdonarlo, incluso aunque le digas "te perdono", te guardarás ese momento para sacar y poder volver a ocultar el miedo cada vez que lo sientas, porque te da una sensación de que tu llevas el control, cuando en en realidad estás siendo controlado.
Recuerdo una consulta en la que una persona necesitaba ayuda porque tenía muchos problemas. Tras observar los problemas, me di cuenta de que todos los problemas estaban en su pasado:
- ¿Qué problema tienes ahora, en este momento? - le pregunté
- Todos los que te he dicho - me respondió
- No, esos son los problemas que recuerdas de tu pasado, ¿qué problemas tienes ahora?
Se quedó en silencio y dijo - Bueno, ahora ninguno - a lo que siguió una enorme risa
Hay una frase maravillosa de Martin Lutherking: "Quien no sabe perdonar, no sabe amar". Tenemos en nuestra mente una lista negra de hechos pasados que usamos como armas cuando tenemos miedo. La culpa nos ayuda a no sentir ese miedo, pero tarde o temprano, cuando esa persona desaparece el miedo sigue estando ahí. Pensamos que si cambiamos las cosas de nuestra vida va a cambiar nuestro miedo y esto es una tontería. Cambiamos de ciudad, de pareja, de casa, de trabajo y seguimos teniendo el mismo sentimiento. Es como pensar que vamos a cambiar nuestra forma de escribir porque cambiamos de bolígrafo. El cambio está dentro, no fuera. ¡Estamos dormidos! Y mientras sigamos dormidos necesitamos la culpa para seguir evitándonos constantemente.
La segunda es todavía mas enrevesada, que sería el caso de que la otra persona no se sienta culpable, básicamente que le da igual. Ahí necesitas ayudarte de la rabia y la venganza para no tener que mirar tu miedo. Hasta que te reúnes con los amigos y les cuentas lo mala persona que es el otro para que te digan: "pues sí que tienes razón, es culpable" y así poder sentirte "bien". Necesitas sentir que no te equivocas, que haces lo correcto. Que te aceptan y te quieren. ¡Enhorabuena! ¡Tienes razón! Ahora tendrás que mantener esa condena toda la vida para poder seguir teniendo razón. Sino volverás a encontrarte con tu miedo. Nuestras emociones dependen de estas cosas. Como dice Anthony De Mello: "somos como asnos". Incluso si te encuentras a algún amigo que piensa que no tienes razón dices: "es que no me entiendes". ¡Estamos dormidos y queremos poner el despertador 5 minutos más!
Antes he dicho que la culpa no existe, quiero explicar esto. Si nosotros le preguntamos a un oriental si se siente culpable no nos va a entender. El sentimiento de culpa no existe porque es una idea judeocristiana. Es puramente cultural. Una herencia pecaminosa que busca castigo. Cuando culpas alguien pides que le castiguen y cuando te sientes culpable pides que te castiguen. Cada vez que culpamos estamos rechazado nuestra libertad. Es precio demasiado alto, ¿no crees? La culpa es una resistencia impresionante al amor. Cuando te sientes culpable vas por la vida haciendo cosas para autodañarte y autoinvalidarte. ¿Tu confiarías en tu opresor? Yo no. Si te castigas así, desconfiarás de ti mismo y serás una víctima de tus propios pensamientos.
La culpa tiene también un patrón de conducta que es la complacencia. Si sigo mi corazón me siento culpable porque pienso que soy egoísta. Si sigo a los demás los culpo porque deberían de leer mi mente y saber que yo no quería hacer eso. Nos sentimos bien sacrificándonos por los demás, pero luego nos enfadamos con ellos cuando no se sacrifican por nosotros. Somos dependientes de la imagen mental que los demás tienen de nosotros y nos castigamos intentando gustar a todo el mundo. ¡Con lo sano que es decir no!
Nadie nada más que tú es responsable de tu vida. Efectivamente, somos responsables de nuestros actos y necesitamos conciencia para darnos cuenta de aquellas cosas que necesitan un aprendizaje. Pecado significa error. Nada más que eso. Toma conciencia del error, aprende y sigue caminando. La culpa es la penitencia y no es necesaria. Todos cometemos errores, ¿Y qué más da? Unas veces triunfas y otras aprendes, no hace falta culpar a los demás o culparte a ti mismo.
Como he dicho, para sanar la culpa hay que comprenderla. Esto que hemos hablado es tan solo teoría y palabras, ahora toca lo más importante. ¡Autobservación¡ ¡Conciencia! Y darnos cuenta de que es más sencillo aprender y actuar que azotarnos. Para ello podemos usar algunas formas de enfrentar la culpa:
1. Aprender a decir NO
Alguien dijo una vez: "algunas veces hay que renunciar a lo bueno para ir a por lo grandioso". Decir "no" es una forma de respetarte y no solo es decirlo a los demás, sino a ti mismo. Aprender a cumplir tus compromisos requiere de una sana disciplina donde poner límites. No hace falta tampoco que sean desde la rigidez, pueden ser desde la compasión. En el budismo si la hora del desayuno es a las 9:00, aunque tengas ganas de desayunar y le pidas al camarero un café a las 8:58 te dirá con una sonrisa de oreja a oreja: "No, todavía quedan 2 minutos para las 9:00".
2. Amor, Perdón, Compasión
Para mí la compasión es una energía sagrada. Tiene la capacidad de sanar y liberar nuestra mente al mismo tiempo que expande nuestro corazón. La compasión nace del amor y es una estado comprensivo de humildad. Es ser consciente de que lo que tienes o lo que haces no te define. El perdón nace de la compresión profunda. Cuando comprendes, sabes que no hay nada que perdonar. Wayne Dyer dice: "Mira la luz de los demás y trátalos como si fuera lo único que ves en ellos. Jesús nos enseñó el poder de la compasión en la cruz: "perdónalos, porque no saben lo que hacen".
3. Proyección y transferencia
Cuando culpamos ya hemos visto que estamos echando la responsabilidad fuera, estamos proyectando nuestra sombra. A la inversa, puede ser una gran oportunidad para reconocernos en el otro. Cada vez que culpes a alguien haz estos pasos: 1) Quédate en silencio y observa qué te está reflejando la otra persona. Qué es lo que dice de ti lo que piensas de ella. Cuál es tu reacción ante lo que ha pasado. Se consciente. 2) Detecta qué emoción negativa produce en ti y mira a qué hecho de tu vida te recuerda. ¿Cómo aprendiste a sentirte así? 3) Ponte en la piel de la otra persona. Comprende y siente, ¿Porqué ha hecho eso? ¿Qué le ha llevado a actuar así? 4) Actúa en consecuencia y Suelta, déjalo ir una vez lo hayas visto.
4. Complacencia, exigencia, inmadurez
La autobservación es el ingrediente más importante, cuando sabes cómo actúas dejas de ser víctima de tus actos. Cuando los ves ya sabes que los haces por decisión propia. Y esa misma decisión la puedes dirigir hacia una acción nueva, diferente. Mucha atención a cómo actúas cuando te sientes culpable y cómo llegas a ese estado. Verás miedo de todo tipo, complacencia, exigencia a ti y a los demás, egoísmo, rabia, rencor, arrogancia...¡simplemente se consciente! y todo envuelto en una inmadurez emocional que nace de la infancia.
5. Cambia culpa por responsabilidad. Y luego cambia responsabilidad por compromiso.
La PNL nos ha enseñado que cambiando nuestro lenguaje cambia nuestra neurología. Para mí la mejor forma de entender las palabras es con metáforas, voy a usar dos para comprender la diferencia entre las 3 palabras:
- Una pareja con sus dos hijos pequeños van de viaje en coche y a 800 metros ven un muro. La culpa hace que el padre que va conduciendo se anticipe y suelte las manos del volante. Comienza a repetir: "Soy un desastre, no valgo para nada, os he hecho mucho daño, siempre lo hago todo mal, yo no sirvo para esto, tendrías que haber conducido tú, ves como te dije que este no era el camino, si me hubieses hecho caso..." Y se acaban chocando contra el muro. La responsabilidad pisa el freno y va por otra carretera. Así de simple.
- Este ejemplo se lo escuché a Mario Alonso Puig: Imagina un plato de beacon con huevos. La responsabilidad es la gallina y el cerdo es el compromiso. La responsabilidad hace lo que es necesario y pone sus huevos, pero el cerdo que es el compromiso se deja la piel.
Comparto este magnífico vídeo de Sergi Torres hablando sobre la Culpa. Gracias.
Para consultas escribirme por Facebook o al correo: hectorenbio@gmail.com
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